La calle de la ilusión está en la Ermita de Mazarrón

Un grupo de vecinas revoluciona su barrio con una acción artística que transforma el espacio urbano en un lugar de encuentro más amable

La vida no ha sido un camino de rosas para algunas de las protagonistas de esta historia. Quizás por ese motivo, para compensar la balanza, han decidido rodearse de amapolas y de guirnaldas de margaritas. Las han pintado con sus propias manos sobre muros y fachadas de su entorno más próximo. La intervención artística de embellecimiento urbano emprendida por un grupo de mujeres ha revolucionado el barrio de la Ermita, en Mazarrón, que desde hace una semana no deja de recibir a vecinos de otros rincones del pueblo y a algún que otro forastero, que aparece pertrechado con la cámara del móvil.

Además de pintar los floridos murales, estas mazarroneras han sacado tiempo para aprender ganchillo juntas. Compartiendo tardes al fresco, confeccionaron unos tapetes con los que han formado un toldo que da sombra y color a la calle Hortaleza. Hasta no hace mucho tiempo, esta era una arteria más &ndashestrecha y sin personalidad&ndash de la popular barriada; ahora, sin embargo, atrae la mirada de todos y ha sido rebautizada como la calle de la ilusión.

La denominación resume bien la experiencia, que ha inyectado optimismo y buen rollo en la comunidad. «Para nosotras ha sido una terapia; somos ya de una cierta edad y algunas tenemos dificultades por enfermedades. Este trabajo ha supuesto un esfuerzo enorme, pero nos hemos ayudado unas a otras y, al final, ha merecido la pena. La principal recompensa es comprobar que a la gente le gusta el resultado», cuenta Mariam Carvajal, alma de la iniciativa. Ahora, vecinas de otros barrios se acercan a colaborar y la calle parece haber revivido: «Hasta vienen niños de otros sitios a jugar aquí».

Murales y un toldo de croché dan color a la zona; «hasta vienen niños de otros sitios a jugar aquí»

Pero la acción artística no solo ha contribuido a generar un espacio urbano más amable para el esparcimiento y el encuentro. A las vez que pintaban murales y confeccionaban croché, estas mujeres, de diferentes generaciones, también han tejido una red de apoyo entre ellas, estrechando lazos de amistad y mejorando la convivencia del día a día. Todas saben a qué puerta tocar en caso de necesidad.

La calle de la ilusión se fraguó el verano del año pasado en un viaje a Vícar de Mariam Carvajal con su grupo de amigas, que se hacen llamar ‘Cincuentay… muévete’. De este pueblo del Poniente Almeriense trajeron la idea de engalanar las calles. El primer mural que realizaron representa un paisaje marinero y un homenaje a la mujer. A partir de ahí, el color y la solidaridad han ido llegando a otros rincones de la Ermita. Más mujeres se animaron, y varios vecinos contribuyeron con su trabajo o aportando materiales. «Me alegra que el proyecto sirva de unión entre mazarroneros», destaca Carvajal.

La experiencia une a mujeres de varias generaciones, que han tejido una red de apoyo

Lo mejor de todo es que la iniciativa no acaba aquí. Ahora le llega el turno a Filomeno Hostench, la principal arteria de la Ermita, donde ya se han decorado dos fachadas. Y las vecinas se han puesto manos a la obra para el siguiente estreno: un árbol de Navidad realizado en ganchillo. La ilusión se abre paso en el barrio.