La centenaria Villa Mar de Mazarrón cambia de dueño por la mitad de precio

Un empresario adquiere la mansión del paseo del Rihuete protegida por Cultura y sujeta a una concesión de Costas

 

Miguel Rubio/La Verdad

Villa Mar –la mansión de veraneo más señorial de Puerto de Mazarrón– sopla las velas de su centenario de una manera especial. La familia dueña de la finca desde sus orígenes, en pleno paseo marítimo del Rihuete, se acaba de deshacer de la propiedad, que ha pasado a manos del empresario Javier Pujante Pérez, de orígenes mazarroneros y afincado en Murcia. Las dos partes han preferido no revelar el montante exacto de la transacción.

Cuando una inmobiliaria la puso a la venta, hace tres años, el precio era de 730.000 euros. Pero, finalmente, la operación parece haberse cerrado bastante lejos de esa cifra. «Se aproxima más a la mitad de esa cantidad», se limita a decir Domingo Soriano, portavoz de la saga familiar que durante un siglo ha respirado la brisa marina en la residencia estival que su abuelo, el ingeniero militar Francisco de Paula Gómez Pérez, diseñó para su esposa, Elodia Gómez Morales, natural de Cartagena, en 1920, en un estilo ecléctico.

Soriano, propietario hasta ahora junto a sus hermanos, recuerda con «cariño todos los veranos que vivimos aquí», pero reconoce que la venta le ha supuesto «una liberación». Se refiere a las cargas y quebraderos de cabeza que conlleva un patrimonio de estas características. La principal losa se refiere a que la coqueta residencia se asienta sobre un terreno sujeto a una concesión de la Demarcación de Costas del Estado –por la que hay que pagar un canon anual de «8.000 euros»– y que conlleva un trámite añadido en el caso de una venta. Además, la casona está catalogada desde 2011 por su relevancia cultural, lo que puede condicionar cualquier proyecto de reforma o restauración.

Javier Pujante, el nuevo propietario, rehabilitará el histórico edificio para mantenerlo como «vivienda de veraneo» y encarga el proyecto a Manuel Clavel

La operación de traspaso se formalizó a finales del pasado mes de enero. Antes hubo que esperar a que Costas autorizase la transmisión de la concesión al nuevo propietario. Su vigencia se mantendrá hasta el año 2091, atendiendo a lo establecido en la última reforma legal, según indica Soriano. También fue necesario comunicar a la Consejería de Cultura que el inmueble cambiaba de manos, como establece la normativa de Patrimonio Histórico.

Los felices años 20

Símbolo de los felices años 20 y de los primeros veraneantes burgueses que llegaron a este punto de la costa, Villa Mar incluye dos edificios. A la sombra de unos eucaliptos centenarios, el principal, con una portada de aires neoclásicos, acoge las estancias residenciales, mientras que en la parte de atrás se localiza otro inmueble, de líneas más sencillas, que da cabida a las dependencias del personal de servicio y a la casa de los guardeses.

El empresario Javier Pujante, ligado al sector de la docencia y la enseñanza y con otras propiedades inmobiliarias en la misma zona, quiere convertir la histórica mansión en su próxima «villa de veraneo», según adelanta a LA VERDAD el arquitecto Manuel Clavel, que tiene el encargo de rehabilitar la construcción. Así que seguirá manteniendo su uso residencial.

Clavel, que también dirige desde hace unos meses la recuperación de uno de los iconos urbanos de la capital murciana, la Casa Cerdá, en la plaza de Santo Domingo, asegura que el proyecto de Villa Mar consistirá en «la puesta en valor» de este trocito del patrimonio mazarronero. «Ahora la mansión sufre las consencuencias del abandono y el objetivo es rehabilitarla siendo muy cuidadosos y con todos los parabienes de la Consejería y del Ayuntamiento». El arquitecto, autor entre otros diseños del vanguardista edificio Odiseo, reitera que «no se va a demoler nada, ni en el interior ni en el exterior, manteniendo todos los elementos clásicos del inmueble». La intención es iniciar las obras en breve, una vez se disponga de los permisos de Costas –que por ley solo prevé la conservación– y Cultura.

La compra de Villa Mar ha estado desde hace años en el punto de mira de varios posibles compradores, entre ellos, el propio Ayuntamiento. Incluso llegó a plantearse la posibilidad de que acogiera una escuela de hostelería. Pero todo quedó en meras intenciones. Ahora el Consistorio opta por guardar silencio, y el concejal de Cultura y Patrimonio, Ginés Campillo, prefiere no pronunciarse, «de momento», sobre la venta.