La tragedia de Lisma en Mazarrón: se salvó del mar mientras vio cómo se ahogaba su novio Vladimir

La Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo pide prudencia porque 422 personas se ahogaron en 2023 en playas, ríos y piscinas.

La vida le ha regalado a Lisma una segunda oportunidad, para seguir criando a sus dos hijos, pero el coste ha sido demasiado alto para su cabeza y su corazón porque su pareja –Vladimir– ha muerto ahogado delante de ella en la playa de Percheles en Mazarrón. «Yo lo amaba», se lamenta Lisma Córdoba, una joven boliviana, de 22 años, para la que ahora mismo no supone ningún consuelo el haber sobrevivido a la primera tragedia del verano que se ha registrado en el litoral de la Región de Murcia.

«Yo lo amo, ¿por qué se me fue?», se pregunta Lisma, conteniendo las lágrimas, consciente de que no obtendrá ninguna respuesta que calme su zozobra emocional, mucho mayor que el oleaje que la engulló a ella y a su novio, Vladimir Jaillita, cuando estaban viendo el amanecer desde una zona de rocas de la playa mazarronera de Percheles. «Nos arrastró una ola», tal y como relata a EL ESPAÑOL. «Los dos nos caímos al agua».

La tragedia de esta pareja se gestó en apenas unos segundos, pasadas las siete de la mañana de este domingo, en una zona peligrosa del litoral de Mazarrón, según la Policía Local, debido a que suele haber muchas corrientes en la playa de Percheles, cuya orografía bucólica, con forma de medialuna, trufada de palmeras y arena dorada, esconde una preocupante estadística de fallecidos. Prueba de ello es lo sucedido el 27 de marzo de 2021: una patera naufragó frente a Percheles y murieron once ciudadanos de Marruecos. Las últimas víctimas son de Bolivia: Vladimir, de 21 años, y Lisma, de 22 años.

– ¿Cómo cayeron los dos al agua?

– Lisma Córdoba: Vladimir estaba sentado en una punta de la playa. Yo me acerqué y le dije: ‘Vámonos ya a casa’. Entonces, Vladimir empezó a bajar por la zona por donde están las piedras. Yo le acompañaba. Le dije: ‘Vladimir, ten cuidado y no te caigas’. Pero yo me resbalé, él se resbaló detrás mía y una ola nos llevó al fondo del mar, al fondo, al fondo…

La playa virgen de Percheles se asoma al Mediterráneo y el mar se convirtió en una trampa para esta pareja de veinteañeros que tres meses antes habían sido padres de una bebé preciosa. «Estábamos en una zona con piedras, yo me resbalé porque perdí una chancla y Vladimir también se resbaló», tal y como insiste Lisma. «Íbamos caminando juntos, de lado a lado de las piedras, y le dije que se olvidara de mi chancla porque nos podíamos caer. Estábamos caminando por las piedras, estaban húmedas, y justo en ese momento, llegó una gran ola que nos cubrió enteros y nos tiró al agua».

– ¿Qué ocurrió cuando la corriente los arrastró mar adentro?

– Lisma Córdoba: Yo no sé nadar. Así que solo le pedí a Dios que me ayudara a salir por mis dos hijos. Lo único que pensaba era: ‘Dios mío, ayúdame por mis hijos’. El oleaje me arrastraba hasta las rocas y luego me volvía a llevaba mar adentro y me hundía, y otra vez, me volvía a arrastrar hacia las piedras hasta que logré agarrarme para subir por las rocas. Yo pensaba que Vladimir había logrado salir del agua.

Pero por desgracia pronto se dio cuenta de que no había sido así. «Comencé a pedir auxilio». Lisma se desgañitó, completamente desesperada, sin moverse de aquella zona de rocas, intentando lograr que sus gritos despertasen a alguno de sus cinco amigos y familiares que habían acampado en Percheles junto a esta pareja de bolivianos, para dar la bienvenida al primer fin de semana del verano.

«Habíamos ido siete personas a Percheles. Llegamos el sábado por la tarde, el plan consistía en hacernos una barbacoa, poner tiendas de campaña para dormir allí y al día siguiente, despertarnos para ir a la playa», según explica Lisma. «Ese era el plan: pasarlo bien», recuerda entre lágrimas, debido a que la inofensiva escapada de fin de semana acabó de forma trágica para su novio, Vladimir, con solo 21 años.

– ¿Alguno de sus allegados le ayudó a sacar a su pareja del mar?

– Lisma Córdoba: Ellos estaban durmiendo y no nos pudieron prestar auxilio. Aunque comencé a gritar, nadie se despertó.

Era demasiado temprano. Así lo confirman desde los Servicios de Emergencias: «A las 7.42 horas, el 112 recibió una llamada de Protección Civil, informando de que dos personas se habían metido al agua y solo una de ellas había salido». De inmediato, se desplegó un dispositivo de búsqueda por tierra, mar y aire, con un helicóptero de Salvamento Marítimo, embarcaciones de Cruz Roja y Protección Civil de Mazarrón, así como patrullas de Policía Local y Guardia Civil. 

A las 9.47 horas de este domingo, el helicóptero divisaba el cadáver del veinteañero a una milla de distancia de la costa. La Guardia Civil confirma que «el mar estaba regular» y que Vladimir Jaillita Mancilla murió «por síndrome de inmersión». La pobre Lisma asistió con impotencia a la secuencia del funesto rescate mientras ella era atendida por una hipotermia: «Pensé que Vladimir había salido porque estaba nadando, pero yo no podía verle porque con el oleaje el agua me daba en los ojos».

Este joven inmigrante, de 21 años, natural de Bolivia, y padre de una bebé de solo tres meses, se ha convertido en el primer fallecido por ahogamiento que se registra en la Región de Murcia en la temporada de verano 2024 que se acaba de inaugurar. A pesar de esta tragedia, los socorristas no estarán operativos en la playa de Percheles hasta el 1 de julio que es cuando comienza en todo el litoral murciano el Plan COPLA [Plan de Vigilancia y Rescate en Playas y Salvamento en la Mar].

La Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo alerta de que en 2023 un total de 422 personas se ahogaron en playas, ríos y piscinas: «el peor dato desde 2019» y «el cuarto registro con más fallecidos de toda la serie histórica». Andalucía fue la autonomía con la tasa más funesta de ahogamientos (68 fallecidos), seguida de Cataluña (66) y Canarias (52), mientras que Murcia ocupó el noveno puesto del ranking con 16 decesos.

– ¿Qué hacían un domingo por la mañana en una zona rocosa, pegada al mar y con oleaje?

– Lisma Córdoba: Solo estábamos hablando.

Este martes, Lisma tuvo que afrontar el momento más duro de su vida: despedirse de Vladimir, durante el entierro que tuvo lugar en Totana, la localidad donde residía esta joven pareja. «Empezamos nuestra relación en noviembre de 2022: a la semana ya estábamos viviendo juntos y nos enamoramos», recalca emocionada esta boliviana. A sus 22 años afronta un horizonte muy complicado: viuda con dos hijos y con la responsabilidad de sacarlos adelante siendo jornalera agrícola, en un sector donde no brillan los salarios ni las medidas de conciliación para criar a su bebé de tres meses.

El romance de estos adolescentes se inició tras una dura jornada en el campo. «Al salir del trabajo nos conocimos«. Lisma había llegado a España hacía cuatro años, por reagrupación familiar, y comenzó a trabajar al poco tiempo de aterrizar en Totana: una localidad marcada por sus fuertes tasas de inmigración y por su actividad agrícola. «Yo me dedicaba a ir por varios pueblos a cortar lechuga», ejemplifica.

Tal oficio lo compartía con Vladimir, afincado con su padre en Totana desde hacía siete años y que después de cursar sus estudios en el Instituto Prado Mayor, se puso a trabajar en el sector agrícola cuando terminó la pandemia. Los dos compartían sus raíces de Bolivia, frecuentaban sitios similares, eran veinteañeros y la chispa surgió en cuanto tuvieron un par de citas románticas en las atracciones de la feria. «A partir de ahí, no nos separábamos«.

Pasados quince meses de convivencia, en marzo llegó la guinda a la relación que mantenían Vladimir, de 21 años, y Lisma, de 22 años: «Tuve a una niña preciosa, pero él quería mucho a mi hijo, de 5 años: lo quería como a su propio hijo». Este fin de semana, como suelen hacer los vecinos de Totana, la pareja, junto a unos amigos, se desplazó a disfrutar de las playas de Mazarrón porque están a solo 40 kilómetros. En Percheles, el mar Mediterráneo rompió para siempre esta historia de amor. «He enterrado a mi pareja». «Tengo mucho dolor». «Todo lo hacíamos juntos».

 

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