Preparados para recuperar la libertad tras la condena
El Centro de Inserción Social ‘Guillermo Miranda’ de Murcia permite la reinserción de las personas que cumplen condena en tercer grado
La jardinería es una de las actividades que comparten condenados en tercer grado con personas con discapacidad.
El Centro de Inserción Social (CIS) de carácter mixto ‘Guillermo Miranda’, ubicado en Sangonera la Verde, es el tercer centro penitenciario de la Región y, sin embargo, «es poco conocido por la sociedad murciana», como afirma su director, Patricio Amorós. Del CIS dependen más de 200 personas que cumplen condena de prisión en régimen de semilibertad. «Este lugar realiza una labor crucial para los presos, ya que se encarga de culminar su proceso de reinserción», resume Amorós sobre el objetivo de este centro.
Al CIS le corresponde además el seguimiento de las personas en libertad condicional, así como la ejecución de ciertas medidas de libertad vigilada postpenitenciaria. Adscrito al CIS, también se encuentra el Servicio de Gestión de Penas y Medidas Alternativas de Murcia, encargado de la ejecución de las penas alternativas a la prisión. Se trata principalmente de trabajos en beneficio de la comunidad, ya sean impuestos como pena principal o como condición de suspensión de condena.
Para realizar esta labor, el CIS cuenta con la ayuda y colaboración de más del 90% de los ayuntamientos de la Región, como los de Totana, Mazarrón, San Pedro del Pinatar, Abarán y Torre Pacheco, así como con más de 200 entidades. Aunque bien es cierto que, como explican los responsables del centro, «uno de los retos es la ampliación del abanico de instituciones colaboradoras».
Programas específicos
Para la labor de reinserción de los internos, el Centro de Inserción emplea distintas vías: desde la formación y el trabajo, hasta el voluntariado. «Los internos reciben una atención general por parte de funcionarios de vigilancia, trabajadores sociales, educadores, psicólogos, juristas, sanitarios y profesores», apunta su director y sin esa atención multidisciplinar los índices de éxito de los penados serían casi nulos. Tanto es así, que los internos pueden acceder a programas específicos por razón de sus características (drogodependencia, enfermedad mental o discapacidad) o por razón del delito específico -violencia de género (PRIA), agresión sexual (PCAS) o delitos económicos (PIDECO)-.
Menos del 50% de los internos residen actualmente en el CIS de lunes a viernes, y el resto son externos, por lo que se encuentran en control telemático con pulsera, pernoctando en sus domicilios. Amorós afirma que «este tipo de régimen permite a los residentes realizar labores de ocupación dentro o fuera del centro».
Así, explica que «más del 60% de la población dependiente del CIS desarrolla una actividad laboral o formativa en el exterior». Se trata de una forma de ayudar a los condenados a iniciar proyectos de vida en el exterior que les permitan cubrir sus necesidades y vivir con la intención y la capacidad de respetar la ley penal.
Con respecto al trabajo, los internos realizan todo tipo de profesiones en sectores como construcción, restauración, agricultura, ganadería e incluso conducción de autobús o de ambulancia.
El Centro de Inserción Social cuenta además con una escuela en la que se imparte el grado en educación básica, a cargo del Centro de Educación de personas Adultas García Alix. «Actualmente, han triplicado el número de asistentes a la escuela para abordar concienzudamente el analfabetismo», indica su director. Y añade que «también pueden contar con los recursos externos de la comunidad, como matriculaciones en autoescuelas, estudios de ESO, Bachiller, Formación Profesional e incluso la posibilidad de realizar estudios universitarios».
Voluntariado
Otra vía de inserción es a través del voluntariado, por la que se ha decidido apostar al comprobar su eficacia y a su mayor capacidad de inclusión. Su director apunta que, «siendo conscientes de que no todas las personas presentan condiciones óptimas para acceder al mercado laboral o para acceder a una formación, desde la dirección del CIS apostamos por facilitar este tipo de recursos».
Los voluntariados contribuyen a facilitar su adaptación a la sociedad, y los condenados adquieren hábitos de responsabilidad individual y social y fomentan valores que sirvan para evitar la reincidencia.
El objetivo del CIS con los penados a prisión, en definitiva, es culminar el proceso de reinserción social iniciado desde los centros penitenciarios de regímenes ordinarios (generalmente en la prisión de Sangonera y en la de Campos del Río). Desde 2021, ese proceso empieza incluso desde el propio CIS, ya que permite el ingreso directo en el centro a determinados penados primarios que cumplen ciertos requisitos que demuestran la capacidad para vivir en semilibertad.
Para ello, se emplea el tratamiento penitenciario cumpliendo con la Ley Penitenciaria, que consiste en el conjunto de actividades directamente dirigidas a la consecución de la reeducación y reinserción social de los penados. El tratamiento pretende hacer del interno una persona con la intención y la capacidad de vivir respetando la Ley penal, así como de atender a sus necesidades, desarrollando en ellos una actitud de respeto a sí mismos. Pero no solo con respecto a la responsabilidad individual, también a la social y con relación a la familia, al prójimo y a la sociedad en general.