Gobierno y UMU se alían para proteger la centenaria pradera de posidonia de la Región

Firman un convenio hasta el año 2026 para restaurar una de las mejores barreras naturales de todo el Mediterráneo «en superficie y en calidad»

Jose Antonio Sánchez

La Opinión de Murcia

12 OCT 2024 6:00

La Universidad de Murcia (UMU) y la Consejería de Medio Ambiente, Universidades, Investigación y Mar Menor firmaron ayer un convenio de colaboración para restaurar y proteger las praderas de fanerógamas marinas de la Región de Murcia. La estrategia Posimur 2023 analizará y recuperará las praderas de posidonia oceánica y de cymodecea nodosa.

Imagen Editorial – 500 toneladas menos de contaminación

El acuerdo lo rubricaron el consejero de Medio Ambiente, Juan María Vázquez, y el rector de la UMU, José Luján, y en él se especifican nueve líneas de actuación con una inversión de cerca de 350.000 euros hasta 2026. La estrategia finalizará con la elaboración de un protocolo y estandarización de la metodología de la restauración y la conservación de las praderas submarinas.

Esta firma va a permitir que el grupo de investigación de Ecología Acuática de la UMU analice el estado y distribución de las praderas marinas de la Región de Murcia, cree un semillero y recupere las zonas que necesitan restauración mediante la replantación y acciones de conservación.

30 años de investigación

El equipo de la Universidad de Murcia que ejecutará este programa está liderado por Arnaldo Marín, que lleva estudiando estas especies desde 1992. «Nosotros tenemos una de las mejores extensiones de pradera en superficie y en calidad», explica Marín a la vez que puntualiza que estas praderas en la Región son centenarias. Están lejos de la milenaria que hay entre Ibiza y Formentera, que incluso podría llegar a tener 100.000 años, lo que la convierte en la más longeva de la biosfera.

El gran problema de esta especie es que un impacto negativo es muy complicado de recuperar. «Estamos siempre en los mismos puntos: Portmán, zonas de arrastre, algún emisario submarino y lugares donde los barcos fondean y sus anclas las dañan», incide Marín. Relata que esta planta, como todas las longevas, no tiene prisa por crecer, por eso tiene una tasa de crecimiento de entre cinco y seis centímetros al año, es decir, el daño sobre una superficie de 50 metros cuadrados tardaría un siglo en que la planta volviese a colonizarlo.

Una barrera natural

Hay varios motivos por los que es tan importante preservar estas praderas, que son endémicas del Mediterráneo y que, además, son bioconstructoras, es decir, crean su propio sustrato. Funcionan como arrecifes y protegen las playas. La explicación es que sus rizomas, el tallo que produce brotes hacia arriba y raíces hacia abajo, se extiende de forma horizontal, pero también en vertical. Esto permite la formación de taludes y forman esas barreras que realizan la doble función de protección de la costa y promoción de la biodiversidad.

Estos rizomas pueden llegar a medir varios metros de espesor y entre la extensión y la altura, es un lugar idóneo para los huevos y para que crezcan los alevines de una parte importante de las especies que luego se pescan en la Región. Además, entre las curiosidades de esta especie está en que su origen es terrestre. «Es como si fuera un delfín o una ballena, fueron al mar y se adaptaron. Era una planta de tierra que hace 100 millones de años colonizó el mar. Por este motivo tiene el tallo leñoso y no hay elementos en el medio marino así. Esto la convierte en el sumidero de carbono más importante del medio marino. El mantener las praderas es fundamental en la lucha contra el cambio climático», dice Arnaldo Marín. El último dato: la especie más grande del medio marino no es la ballena azul, es la posidonia oceánica.

Apuesta por el medio

El trabajo de campo comenzará en Águilas y el equipo de investigación irá avanzando paulatinamente hacia el resto de la costa regional. Hay praderas en Águilas, Mazarrón, de Calblanque a Portmán, donde se pierde por la contaminación, y de Cabo de Palos hasta el límite de la provincia de Murcia con Alicante.

Y estos trabajos comienzan en Águilas porque en la Bahía del Hornillo, la UMU lleva a cabo desde hace diez años un primer proyecto de repoblación. «Es un programa piloto para conseguir las técnicas para luego replantar. O con semillas o replantando el propio rizoma», concluye Marín, que plantea este nuevo trabajo con el objetivo de realizar una estrategia regional para el mantenimiento y restauración de las praderas: «Aunque ya está protegida, vamos a verla en conjunto y ver si que lo que impacta ha cesado y establecer planes».

El consejero Vázquez catalogó este ecosistema como uno de «alta fragilidad, lo que hace necesario que se impulsen actuaciones desde el Gobierno regional para fomentar su población en nuestras aguas». Por su parte, el rector Luján puso en valor la importancia de la colaboración de las instituciones en cuestiones tan centrales como conservación del medio ambiente: «La UMU genera conocimiento que tiene que transferir a la sociedad para resolver problemas y este proyecto es el ejemplo de cómo tiene que funcionar una universidad y la colaboración entre administraciones».

500 toneladas menos de contaminación

La contaminación difusa por nitratos ha disminuido en cerca de 500 toneladas en el Mar Menor entre 2022 y 2023 tras la reducción de 9.000 hectáreas de regadíos ilegales en la zona, según han señalado fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Si bien precisan que la cifra se puede mejorar, insisten en que la eliminación de los nitratos en la laguna será un proceso que dure varios años, ya que la mayor parte no se encuentran en la superficie.

Los datos estimados en base a la media en la laguna muestran que este tipo de contaminación han bajado de 3.175 toneladas en 2021-2022 a 2.732 en 2022-2023. Por otro lado, las fuentes recalcan que, a nivel municipal, existe un gran entendimiento desde un primer momento con las administraciones del Mar Menor sin tener en cuenta la formación política. A nivel autonómico, señalan que el proceso ha sido complejo pero se está llevando a cabo acciones de colaboración, con actividades conjuntas y a compartir conocimiento científico.

El Ministerio tiene en trámite un total de 72 proyectos de intervención en diferentes terrenos en torno al Mar Menor. Uno de ellos está centrado en la creación de un Cinturón Verde, que quiere retener 918 toneladas de nitratos que entran cada año en la laguna.

A esto se suman 50 acciones subvencionadas a ayuntamientos, sobre todo centradas en saneamiento y depuración y gestión de inundaciones en edificaciones urbanas. Además, Fundación Biodiversidad está financiando once proyectos a través de ayudas de entre 520.000 y dos millones de euros y una cofinanciación de hasta el 90%. Éstos intervienen en 1.200 hectáreas en la zona a través de mejores prácticas de manejo del agua o del fomento de la agroecología.