El trío de amor fatal de la casa okupa de Mazarrón: Alfonso tenía relaciones con asesina y asesinada

Eduardo Romera, abogado defensor de la supuesta homicida, no descarta pedir su inimputabilidad por su «historial con antecedentes psicológicos».

El madrileño Alfonso Merino confiesa que está desolado por haber metido bajo el mismo techo a su amante, Cristina,, y a su pareja, Diana, porque la primera le ha quitado la vida a la segunda, a golpes, durante una violenta discusión que mantuvieron en la casa okupa que este trío compartía en el Puerto de Mazarrón. «Me siento mal», subraya Alfonso.

«Cristina venía borracha, se puso a discutir con Diana y yo me tuve que poner en medio para que dejase de pegarle», según relata Alfonso, postrado en una cama del Hospital Santa Lucía de Cartagena desde mediados de junio, debido a la paliza que supuestamente le dio su amante. «No veo por el ojo izquierdo porque tengo un derrame; llevo puntos en una ceja; tengo roto un hombro…», tal y como enumera. «Nos pegó con un palo de madera». 

– ¿Cómo era la convivencia bajo un mismo techo entre la mujer que era su pareja, Diana, y su amante, Cristina?

– Alfonso Merino: La Policía Local y la Guardia Civil vinieron varias veces a nuestra casa por las peleas, sobre todo la Guardia Civil. En unas ocasiones, iban a petición de los vecinos, y otras veces porque les llamaba Diana. Ella tenía miedo por su vida y al final, la pobre no pudo hacer nada.

Prueba de ello es que la difunta Diana Romero García llegó a publicar en su perfil personal de Facebook, un selfie con moratones en los ojos y en su rostro, junto al siguiente mensaje: «Se ha colado la foto, porqué esto fue el año pasado. Compañera de piso, pero tranquil@s. Eso no fue nada comparado con otros golpes». Alfonso asegura que su amante, Cristina, fue la supuesta autora de esa paliza divulgada en redes sociales: «Cristina y Diana se pegaron unas cuantas veces. La culpable era Cristina la mayoría de las veces«.

– ¿Por qué Cristina era casi siempre la responsable de las peleas?

– Alfonso Merino: Cristina venía caliente de la calle. Cuando Cristina venía alterada, pasaba de todo. No sé si era por las compañías que tenía. Salía con un ecuatoriano que le calentaba la cabeza y luego la tomaba con nosotros.

– ¿El motivo de las discusiones era por temas de convivencia, como el reparto de tareas que se produce en cualquier casa?

– Yo limpiaba todos los días lo que podía. Yo barría, fregaba los cacharros, hacía la lavadora… Era ‘el chacho’ de la casa.

– Entonces, ¿Cristina y Diana se pegaban por estar con usted?

 Por mí no se peleaban que sepa yo. Se peleaban más entre ellas, por la cerveza, que por otra cosa.

– ¿Ustedes consumían mucho alcohol y drogas en la casa que compartían como okupas?

– Lo único que bebíamos era cerveza. Nos poníamos como las Grecas.

Tal respuesta deja entrever que la convivencia estaba regada -en apariencia- por el alcohol, lo que sumado a los vínculos sentimentales que compartían Alfonso, Diana y Cristina, se convertía en un cóctel molotov que estalló el viernes 14 de junio, cuando este trío escribió su episodio más trágico en la casa donde residían como okupas, en la avenida José Alarcón Palacios del Puerto de Mazarrón. 

 

– ¿Cómo acabó su amante, Cristina, viviendo en la casa que usted okupó junto a su pareja, Diana?

– Cristina me llamó, me dijo que tenía un problema, la iban a echar a la calle porque no pagaba el alquiler de su piso y me pidió ayuda: solo iba a quedarse con nosotros durante unos días. Diana sabía que ella había sido mi amante. Igual que tuve huevos para engañar a mi mujer, tuve huevos para decirle que había cometido una infidelidad.

Ella lo aceptó con todo y con eso. Diana era muy buena: tenía un gran corazón. Le dije: ‘A Cristina la van a echar de su casa porque no ha pagado y la van a dejar en la calle. Ya sabes tú que nosotros lo pasamos muy mal cuando nos echaron de nuestro piso. Solo es para que se quede unos días’. Y ella contestó: ‘Que se quede lo que haga falta’. Yo me quedé alucinado.

Pero lo que iba a ser una estancia temporal de unos días, se convirtió «en tres años de convivencia» entre Alfonso Merino (Madrid, 1975); Diana Romero García (Madrid, 1964) y Cristina A. M. (Marruecos, 1972). «No me esperaba este final», asegura este madrileño que ronda el medio siglo de edad. «No me pude despedir de Diana. Ella era lo que más quería en esta vida«.

Alfonso y Diana llevaban juntos casi dos décadas. «La conocí por unos garitos que había entre las calles Alcalá y Arturo Soria de Madrid. Era muy buena chica, pero me enteré de que le gustaban mucho las drogas». Por aquel entonces, este vecino de Ciudad Lineal trabajaba en una pescadería y asegura que cortó los excesos de la mujer once años mayor que él de la que se había enamorado: «Estando conmigo empezó a dejar las drogas porque a mí no me gustaba eso. Nos hicimos pareja de hecho».

– ¿Por qué se mudaron de Madrid al Puerto de Mazarrón en la Región de Murcia?

– En Madrid, convivimos unos nueve años. Pero la madre de Diana vivía de alquiler en el Puerto de Mazarrón y nos llamaron de los Servicios Sociales para decirnos que tenía que ingresar en una residencia. Era una mujer que estaba muy mayor. Así que nos mudamos y nos instalamos en el piso que tenía alquilado la madre de Diana, cerca del Colegio Manuela Romero.

– ¿Cómo conoció usted a Cristina?

– Una noche que salí con unos amigos por un garito del Puerto de Mazarrón. Ella había discutido con su novio y la conocí. Me dijo que quedásemos algún día, le di mi número de teléfono y a los dos días me llamó porque había vuelto a discutir con el novio. Mantuve un triángulo amoroso.

La intensa vida sentimental de Alfonso no iba acompañada de una intensa vida laboral. «Me puse a trabajar en una marisquería, pero el trabajo era por temporadas, sobre todo en verano y Semana Santa. No podía pagar el alquiler del piso de la madre de Diana y ella no encontraba trabajo en Mazarrón». De modo que esta pareja de madrileños comenzó a no abonar las mensualidades: «Debíamos casi nueves meses de alquiler y nos desahuciaron. Nos fuimos a un apartahotel y luego nos buscamos la vida por ahí».

Tanto es así que hace cinco años acabaron de okupas en una casa próxima al Hotel Dos Playas. «Creo que era propiedad de unos italianos. Le pagué 300 euros a una persona que se encargó de forzar la cerradura«, según explica Alfonso -sin querer entrar en más detalles-. «Cristina llegó a casa hace tres años porque la iban a echar de su piso». «Diana no quería que Cristina se quedase en la calle como nos pasó a nosotros con el desahucio». 

– ¿Además de compañeros de piso también eran un trío sexual?

– Alfonso Merino: Cuando no estaba una, yo estaba con la otra, y cuando no estaba la otra, yo estaba con la una. Pero yo no estaba con las dos a la vez.

La convivencia de estos tres adultos ha sido tan turbia que se ha saldado con un homicidio que centra una investigación judicial. El Juzgado de Instrucción número 1 de Totana trata de esclarecer si Cristina golpeó supuestamente con un objeto contundente a Diana, por una discusión entre las dos mujeres, motivada por una desavenencia por la convivencia, por motivos sentimentales, económicos… Incluso si hay una patología mental tras esta agresión mortal entre dos compañeras de piso. «Diana tenía diagnosticado algún trastorno, pero Cristina estaba peor».

 

Alfonso, este lunes, mostrando sus lesiones.

De hecho, Eduardo Romera, abogado encargado de la defensa de Cristina, avanza que estudia «pedir la inimputabilidad» de su clienta en función de los informes forenses. «Ella tiene un historial con antecedentes psicológicos», tal y como subraya el letrado. «En esa casa se consumían drogas y no había una buena relación de compañeros de piso: la convivencia estaba marcada por insultos, vejaciones, discusiones y agresiones».

Así lo atestigua el reportaje fotográfico del atestado de la Guardia Civil donde se recogen las heridas que presentaban Cristina, Diana, y Alfonso, cuando una patrulla fue requerida en la casa okupa del Puerto de Mazarrón, aquella noche del viernes 14 de junio. «Cristina se marchó a las cuatro de la tarde porque decía que había quedado con un amigo, pero no dijo con quién. Solo dijo: ‘Ya vendré'», según recuerda el que antaño fue su amante.

– ¿Qué ocurrió después?

– Luego vino como las Grecas. Ella se drogaba. Yo me había ido a la calle y cuando regresé a casa, escuché gritos de auxilio, insultos y chillidos: ‘¡Desgraciada!’ ‘¡Cabrona!’… Al abrir la puerta, nada más entrar, vi que estaban las dos en el salón. Mi pareja, Diana, estaba tirada sobre el sofá mientras Cristina le pegaba con un palo de madera en la cabeza y por todo el cuerpo. Yo le grité: ‘¡Estás loca!’ ‘¡Qué haces!’

Entonces, al meterme en medio, para separarlas, me pegó en el ojo con el palo, pero por lo menos dejó de darle a Diana. Ese palo lo habría cogido de la calle: medía medio metro. Después de pegarnos, con las mismas, nos dejó tirados. Ella se fue. Cuando me levanté llamé a la Guardia Civil para que arrestasen a Cristina y al 112 para que un médico atendiera a Diana.

– ¿Usted sabe si Cristina discutió con Diana antes de la agresión?

– No lo sé.

La madrileña Diana, de 60 años, ingresó en el Hospital Santa Lucía de Cartagena el 15 de junio, con cuatro costillas fracturadas y hematomas por la cabeza, los brazos, el torso… También tenía una hemorragia. El 20 de junio murió en la habitación 3212. «No pude visitarla. Hablábamos por teléfono y ella me decía: ‘Estoy bien'», se lamenta con amargura Alfonso, debido a que estaba ingresado en el mismo centro, pero no podía salir de su habitación por las graves lesiones que sufrió en la paliza que le propinó -supuestamente- su otrora amante. «Me arrepiento de haber acogido a Cristina».