Biografía definitiva de Carmen Laforet

De la mano del promotor de Ordenación Bahía, José Alarcón, conoció y amo la Costa de Mazarrón

«Una mujer en fuga», ganadora del premio «Gaziel», desvela la vida de una de las figuras más indescriptibles de la literatura española

Carmen Laforet, la escritora más enigmática de la literatura contemporánea española, ya tiene biografía. Pero no es una aproximación biográfica más, es la biografía definitiva, que ha escrito Anna Caballé. A la autora de «Nada», ya sólo le falta la película o la serie televisiva, con este guión, con el que un buen director puede hacer el filme de su vida, por la intensidad dramática del personaje, su hondura, los perfiles indefinibles de su carácter, los sentimientos que desborda, y su huida, siempre en busca de algún deseo que nunca alcanza o de terminar una novela que siempre queda inacabada, ya sea en una playa perdida, en París, América o en Roma. Y con ese final increíble de silencio durante años, que recrea delicadamente su hija Cristina Cerezales en «Música blanca».

Laforet que no fue valorada por los intelectuales de su tiempo, se ha convertido en objeto de culto, tanto por su personalidad como por la autoría de sus obras, escasas para el talento que poseía. Pero las circunstancias la vencieron.

Madre de cinco hijos, a los que estaba entregada, su matrimonio es una anomalía para su tiempo, ya que se separa de su marido, Manuel Cerezales, un reputado crítico literario que la apoya en su labor de creación pero al mismo tiempo ES su censor, que le impone e intimida con sus exigencias. Tenía temor a enfrentarse consigo misma y, más que con los lectores, con el agresivo mundo de autores y críticos, de los que, ingenuamente, esperaba un trato amistoso para sus obras, siendo un gremio envidioso, sectario y sin piedad con el rival, cuyos éxitos nunca interpreta como fruto de su valía, sino del azar y el nepotismo.

Anna Caballé se ha enfrentado a una de las figuras más indescriptibles de la novelística española y ha descorrido el velo de sus enigmas. Nada sustantivo queda por decir de Carmen Laforet tras las 515 páginas del libro «Carmen Laforet. Una mujer en fuga» (RBA), ganador del premio «Gaziel» 2009 de biografías y memorias. Las mil y una indagaciones que se han hecho para desvelar los misterios de Carmen Laforet, primera ganadora del premio «Nadal», en 1945, con la novela «Nada», y una de las mujeres más «biografiadas» en los últimos tiempos, han llegado a su fin.

Desde los antecedentes familiares, la infancia y adolescencia en Canarias, su marcha a Barcelona, y la residencia en Madrid, que a los 23 años escribe la novela de su vida; desde la joven discreta y tierna, con un talento literario especial, pero dubitativa de su propia capacidad y temerosa de las opiniones del gremio, condicionada por su pasado familiar y por el presente, con familia numerosa encerrada en un piso pequeño que además daba cobijo a cuantos familiares llegaban a la capital, y un marido del que se aleja paulatinamente, desde su estancia en Tánger, a finales de los cincuenta, hasta la ruptura del matrimonio, en 1970, comienzo del desaliento literario y la permanente huida, hasta el misterioso final. La relación especial con Lilí Álvarez, la intimidad con otras amigas, y la correspondencia con Ramón J. Sender.

Todo está en la obra de Anna Caballé pormenorizado, perfectamente analizado, avalado con los textos de la vasta correspondencia, con testimonios orales y apuntes de quienes la trataron y los datos de los periódicos. Apenas queda un resquicio en la vida de Carmen Laforet sin auscultar.

La novelista, que siempre busca el mar que tanto ama para los veraneos sanos y divertidos de sus hijos, pasa los de 1962 y 1963 en Cangas do Morrazo, donde conoce a Cunqueiro y a Castroviejo. Es la etapa de Manuel Cerezales como director de «Faro de Vigo». El respetado crítico al que, casi todas las versiones de los estudiosos de Laforet, atribuyen ser el causante de que la novelista no haya publicado más obras. En el acuerdo de separación Cerezales le impone que no puede escribir nada que tuviera relación con sus veinticinco años de matrimonio. Y lo constatable es que, tras la ruptura, ya no volvió a escribir ninguna novela.

El documento de separación lo prepara el notario gijonés Juan Luis Ramos, amigo de la infancia de Cerezales, en cuya casa se había refugiado Carmen Laforet tras la ruptura matrimonial, hasta que encontrase un domicilio definitivo donde instalarse, tras abandonar el piso madrileño de la calle O’Donnell. En Gijón, donde pasó un mes a principios de otoño de 1970, llegó a bañarse en la playa de San Lorenzo, sin arredrarla el frío del Cantábrico. Tan animada se encontraba que escribió: «Estoy contentísima. Me siento salir de una especia de pesadilla, y creo que escribiré».

Pero ya no volvería a acabar ninguna novela. Sólo escribiría trabajos menores hasta su muerte, en 2004, a los 82 años. Aunque a medida que discurría el tiempo crecía su leyenda. Era como esos pintores de renombre que, cuanto menos obra producen, más se valora.

Anna Caballé, profesora de la Universidad de Barcelona, y directora de la Unidad de Estudios Biográficos, ha escrito, sin duda, una de las mejores obras del año. Es el resultado de un desafío intelectual, removido y aguijoneado por la complejidad del personaje, al que ya se habían acercado otros varios biógrafos. Una vida llena de misterios y silencios, y que un trabajo ímprobo y la extensa correspondencia -siempre selectiva e íntima, en cartas mecanografiadas; por fortuna para la discreción de la autora, no conoció internet ni la red-, ha permitido ensamblar, paso a paso, desde los orígenes hasta que perdió la escritura y se le apagó la voz. No se sabe si a causa del alzhéimer u otra enfermedad. Hasta en la muerte fue enigmática.

 

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