A LOS 77 AÑOS Fallece el ciezano José Lucas, un artista descomunal y valiente Mazarrón esta de luto
A LOS 77 AÑOS
Fallece el ciezano José Lucas, un artista descomunal y valiente
Mazarrón esta de luto, Pepe Lucas era un habitual de Puerto de Mazarrón, donde tenía un duplex en la Avenida Antoñita Moreno muy cerca del Restaurante La Meseguera Los Porches.
El y su familia, no solo pasaban sus vacaciones de verano, también hacían escapadas durante el resto del año.
El gran artista ciezano José Lucas ha fallecido a la edad de 77 años en un hospital de Madrid. La inesperada y triste noticia llega cuando el pintor y escultor se encontraba trabajando en la reubicación de sus icónicos murales en la nueva estación de Chamartín en Madrid. Medios de comunicación han informado de que el estado de salud del pintor se complicó tras una caída y de que sus cenizas serán depositadas en el panteón de la familia en Cieza.
José Lucas (1945) ha sido uno de los mayores artistas murcianos -y españoles- nacidos en el siglo XX, incansable trabajador, valiente como pocos y tan vehemente como lo eran sus obras. Además de sus murales de Chamartín, que han acompañado a millones de pasajeros durante más de treinta años, ha sido pintor tanto de minotauros inmensos, tauromaquias y lujurias, como de los pequeños gorriones que frecuentaban el Café Gijón, al que asistía con frecuencia y donde cultivó la amistad de numerosos intelectuales. Se atrevió con obras descomunales y fue un artista único, que ha dejado grandes obras en colecciones privadas, así como en espacios públicos, no sólo de España, también de diferentes países. La mayor parte de su producción tuvo lugar en Madrid, aunque nunca dejó de frecuentar la Región y de trabajar en su estudio de Mazarrón.
Sinceridad y autenticidad fueron dos palabras que definieron a Pepe Lucas. De ellas nacía una pasión que siempre le acompañó, a sabiendas de que, como decía, «ya no tengo edad para estar perdiendo un solo minuto de mi vida» y que si pudiera «compraría tiempo». «Lo único que necesito es pintar, pintar, leer y pintar; estar en lo que me divierte», aseguraba el artista murciano con alma de poeta en una entrevista con Murcia Plaza, consciente de que «el tiempo es irrecuperable».
Orgulloso de sus hijos, Antonio y María, amigo de sus amigos -aunque le gustaba decir que era «mucho mejor enemigo»- y sin pelos en la lengua, el artista ciezano reconocía que intentaba «pasar por este mundo sin hacerle daño a nadie y sin querer ser recordado por nada». Añadía: «Uno es un vocacional del olvido, que es la situación ideal de todas las personas que hemos hechos cosas que no son corrientes; y este es un país maestro en olvidar. Es el país que mejor entierra y mejor -y peor- olvida. Cuando sales de un entierro fastuoso empieza el periodo del olvido. Antes de que me sorprenda el olvido quiero buscarlo yo. Por lo tanto, no quiero ser recordado, quiero ser olvidado, como pintor y como todo».
Pero una cosa es lo que quisiera, o dijera, Pepe Lucas y otra la realidad, que no es otra que la Región de Murcia ha perdido a uno de sus más grandes artistas, un maestro de color, puro sentimiento al pincel, una mente inquiera y un hombre de una gran sabiduría. Y eso no se debe olvidar nunca.
ENTREVISTA
José Lucas: «No quiero ser recordado, quiero ser olvidado»
El pintor ciezano colaborará en el proyecto de ampliación de la estación de Chamartín, donde sus murales han acompañado a millones de pasajeros durante 32 años
19/07/2020 –
MURCIA. El ciezano José Lucas pinta como habla, o viceversa. Con una pasión que «nace de la sinceridad y de la autenticidad» y de la que no ha perdido ni un ápice con los años; esos que le hacen decir que «ya no tengo edad para estar perdiendo un solo minuto de mi vida» y que si pudiera «compraría tiempo». Atiende a la llamada de Murcia Plaza en su estudio de Madrid, desde «un móvil de esos que Colón se llevó a América». No tiene whatsapp, ni ordenador, ni carné de conducir… Él está en otras cosas: “Lo único que necesito es pintar, pintar, leer y pintar; estar en lo que me divierte». Porque llegados a este punto, el pintor murciano ha aprendido que «es importante saber con quién vas a mantener una conversación, pero lo es muchísimo más con quién no tienes que hacerlo. Porque el tiempo es irrecuperable». «Hay que ser selectivo en cuanto a la inteligencia, el talento y el bienestar que te provocan los demás», explica. Y en su caso, no tiene reparo en señalar que «son muchos más con los que prefiero no encontrarme, ni perder un segundo».
YA NO TENGO EDAD PARA ESTAR PERDIENDO UN SOLO MINUTO DE MI VIDA
Si se le pregunta: ¿Con qué estás ahora, Pepe? La respuesta será siempre: «Almacenando». Trabajando, produciendo obra, compaginando lo abstracto y lo figurativo, desde cuadros grandes –»ahora estaba con uno dándole palos»- a una serie sobre gorriones que está haciendo «como divertimento, pero con todas la de la ley». Y es que Lucas siempre ha sido muy pajarero, desde pequeño. Aún con la emoción que le ha provocado la reciente lectura de Los Gorriones de Bécquer, el pintor habla de estas aves que le han acompañado durante tantos años en la terraza del Café Gijón, unos pájaros que representan recuerdos e historias y que, todo hay que decirlo, «están muy civilizados» (algo tendrá que ver la ilustrada clientela del café madrileño donde el pintor frecuentaba unas tertulias que ya no existen). «Esta mañana temprano me he puesto a hacer uno de memoria, que he titulado El gorrión del Paseo de Recoletos», apunta.
El pintor ciezano tiene, además, un proyecto a medio plazo relacionado con la inmensa ampliación de la estación de Chamartín, donde sus murales (en los accesos que bajan a las vías) han podido ser contemplados por millones de pasajeros durante los 32 años que llevan expuestos allí. «Era como mi museo en Madrid, 24 horas abierto al público durante los 365 días del año. No cerraba nunca. Siempre ha sido un escaparate, una gran cosa para cualquier artista», señala el pintor, quien ahora colaborará en el nuevo emplazamiento de los murales en la futura estación, que se va a convertir “en un aeropuerto de trenes, con una de las obras públicas más grandes que se va a hacer en estos últimos tiempos en España». «Los murales tienen un lugar destacado en el nuevo proyecto y se hará alguna cosa nueva», adelanta.
Los enemigos de la cultura
«Los políticos han convertido todo lo relacionado con la cultura en un oficio de muy alto riesgo. Yo hace muchos años que lo tengo asumido y por eso he tomado mis pequeñas precauciones», asegura José Lucas, quien intenta seguir divirtiéndose en lo suyo a pesar de todo. Y es que, en su opinión, «todos los políticos, de todas las ideologías, demuestran que están de espaldas a la cultura. Ellos ignoran, y si no lo hacen es más grave todavía, que sin ella no hay forma humana de progresar». Al no favorecerla, «estos señores se han convertido en enemigos de la cultura», afirma.
LOS POLÍTICOS HAN CONVERTIDO TODO LO RELACIONADO CON LA CULTURA EN OFICIOS DE MUY ALTO RIESGO
En este sentido, el pintor ciezano –que enfatiza el hecho de que «en mi vida he pedido una subvención oficial, nunca, jamás»- considera que los artistas «estamos luchando en un territorio hostil, que nos gusta mucho y por eso no lo abandonamos». Pero le duele especialmente la situación de «nuestra tierra», que «se ha llenado de continentes culturales estúpidos, absurdos y ridículos, vacíos de contenido; no hay más que espacios culturales, pero actividad cultural poca. Los políticos, desde hace mucho tiempo y de todos los signos, se han encargado de desguazar la voluntad de ayudar a que la gente desarrolle la cultura, no a que se subvencione». Y es por ello que cree que «Murcia no avanza en ningún sentido; falla lo elemental, que es un desarrollo cultural».
«Siempre miro al político, aunque sea un imbécil, con recelo», sigue diciendo Lucas, quien considera que «la política es la actividad -porque no es una profesión- con el más elevado número de personajes prescindibles. Si hubiera un cierto rigor, el 60 o el 70% de la clase política de este país tendría que estar fuera por falta de cualidades, talento, cultura y preparación». Es más, asegura que «cuando viajas te das cuenta de que este país es fabuloso, pero está maltratado. Hay un porcentaje muy elevado de políticos que son auténticos maltratadores del pueblo». Como consecuencia, el pintor ciezano lamenta que «se esté malogrando en el mundo del arte una cantidad de gente muy joven y con inmenso valor, porque no hay forma humana de poder seguir en este oficio de alto riesgo. Esta es la gran tragedia. Yo voy a seguir, evidentemente, porque llevo toda la vida dedicado a esto y le voy a dedicar la que me quede».
Un pintor inmerso en la literatura
Uno puede imaginar lo que habrá sido para «una persona, nerviosa y de empujar para adelante», como es Pepe Lucas, «estar tres meses y medio sin salir a la calle y sin pisar el estudio» debido a la situación provocada por el coronavirus. «He estado trabajando en mi casa, no con los mismos medios, pero he estado dibujando y he hecho una cantidad de obra muy grande. Era la única forma de sacarme todos los demonios del cuerpo: leyendo, pintando y oyendo música», cuenta este «pintor inmerso en la literatura», que es algo muy diferente a ser un pintor literario. «Yo no cuento historias», explica, al tiempo que señala que han sido los libros los que «me han ayudado a formarme como persona a lo largo de la vida». Una pasión que ha heredado su hijo, el poeta y periodista Antonio Lucas (Premio internacional de Poesía Generación del 27 con Los desnudos). «Estoy orgulloso de mis hijos –Antonio y María-, más que por lo que hacen, que también, por cómo son como personas».
UNO ES UN VOCACIONAL DEL OLVIDO, QUE ES LA SITUACIÓN IDEAL DE TODAS LAS PERSONAS QUE HEMOS HECHOS COSAS QUE NO SON CORRIENTES
Y es que Pepe Lucas además, de un gran pintor, es un padrazo y un gran amigo de sus amigos; aunque él no pueda remediar el apostillar que «soy mejor enemigo que amigo»; pero no debe ser tan fiero el lobo como lo pintan… porque dice intentar pasar por este mundo sin hacerle daño a nadie y sin querer ser recordado por nada. «Uno es un vocacional del olvido, que es la situación ideal de todas las personas que hemos hechos cosas que no son corrientes; y este es un país maestro en olvidar. Es el país que mejor entierra y mejor -y peor- olvida. Cuando sales de un entierro fastuoso empieza el periodo del olvido. Antes de que me sorprenda el olvido quiero buscarlo yo. Por lo tanto, no quiero ser recordado, quiero ser olvidado, como pintor y como todo».
Lo que pasa -y teniendo en cuenta que Pepe Lucas advierte de que «el piropo siempre debilita a quien lo recibe. ¡Cuidado con los piroropos!»-, habrá que apuntar que ese anhelado olvido no será algo fácil de conseguir mientras su obra continúe acompañando a millones de viajeros (tanto en Chamartín como en la estación de El Carmen de Murcia); y siga presente en numerosos espacios públicos y colecciones tanto institucionales como privadas. Y mientras el artistazo que es este ciezano siga «dándole palos» a unos cuadros de gran formato, solo aptos para pintores valientes, o recordando con su paleta a los gorriones que se educaron a la sombra de intelectuales… Y perdón si se ha colado algún que otro piropo.