La última jornada del agricultor muerto en Murcia por la ola de calor: «A las 4 se puso amarillo…»
La última jornada del agricultor muerto en Murcia por la ola de calor: «A las 4 se puso amarillo…»
El fallecido, de solo 42 años, y padre de tres hijos, afrontó una jornada de trabajo con una sensación térmica de 43 grados centígrados.
Una finca con tomates, cultivados bajo malla, se convirtió este martes en una sauna mortal para un agricultor natural de Marruecos. La muerte de El Habib Motahir es la primera en la Región de Murcia que la Guardia Civil investiga este verano como un golpe de calor ocurrido durante la jornada laboral. «Me dijo que no aguantaba más», según relata Abdlekrim a EL ESPAÑOL, sin poder quitarse de la cabeza las últimas palabras que pronunció su compañero de tajo, minutos antes de «ponerse amarillo» y de ser evacuado en ambulancia al Hospital Santa Lucía de Cartagena.
«No creí que El Habib fuese a morir«, tal y como admite Abdlekrim, incapaz de digerir la muerte de su compatriota, con solo 42 años, dejando desolados a su esposa y a sus tres hijos: un niño, de 14 años, una niña, con 8 añitos, y un bebé de dieciocho meses. «Esto no es fácil». La muerte de este agricultor se produjo este martes, justo cuando la ola de calor del anticiclón ‘Caronte‘ hizo hervir los termómetros de la Región de Murcia, provocando que la Agencia Estatal de Meteorología emitiese dos avisos por altas temperaturas: uno de color naranja y otro amarillo.
«Estábamos los dos solos, recogiendo tomates de la variedad alejandría, en una finca en La Majada«, según precisa el jornalero. En concreto, se encontraban en unos terrenos que se ubican en el Camino de la Cañada Honda, pertenecientes a la citada pedanía de Mazarrón, y que aquel martes 18 de julio también estaba afectada por la alerta amarilla de calor.
De hecho, un portavoz de la Aemet explica a este diario que en esa zona se registraron temperaturas máximas de 36,4 grados centígrados y una humedad del 52%: «La humedad relativa es una variable decisiva para determinar la sensación térmica corporal, de modo que a mayor humedad, menor capacidad de refrigeración tiene el cuerpo humano».
Tales datos de temperatura y de humedad aplicados a la tabla de valores Heat Index que utiliza la Agencia Estatal de Meteorología, revelan que El Habib y su compañero, Abdlekrim, llegaron a recolectar tomates con picos de 43 grados centígrados tanto en la sensación térmica corporal como en la temperatura del aire: «Esa temperatura equivale al color naranja de la tabla Heat Index que establece peligro por insolación, golpes de calor o calambres por exposición prolongada a la actividad física».
Abdlekrim asegura que ese martes se tomaron con tranquilidad la jornada, a la vista de las temperaturas extremas del anticiclón ‘Caronte’ y de que la recolección debían realizarla bajo malla: una estructura distinta a un invernadero porque no tiene techo de plástico. «Cada veinte minutos salíamos fuera de la malla a tomar agua y a descansar y volvíamos a recoger tomates. Estábamos trabajando con normalidad».
Aquel tórrido 18 de julio, según este jornalero, era el segundo día que acudían a la finca de La Majada que su compatriota arrendó a su propietario, para obtener beneficios comercializando la producción. «Los terrenos eran de un español y los tomates eran para El Habib».
– ¿Cuándo se empezó a sentir indispuesto El Habib?
– Abdlekrim: Empezamos a trabajar a las ocho de la mañana, pero a las doce y media del mediodía me dijo: ‘No puedo aguantar más, nos vamos a descansar y lo dejamos hasta la tarde para ver si mejora el tiempo, para ver si refresca, porque nos queda un poco de trabajo’. Entonces, nos salimos fuera, hablamos un rato y nos comimos un bocadillo en la sombra.
– ¿Qué ocurrió después?
– Abdlekrim: Estuvimos descansando debajo de la sombra de unos árboles, desde las doce y media hasta las cuatro y media de la tarde. A esa hora, nos levantamos y El Habib me dijo: ‘Vamos a entrar para ver cómo está la cosa, si podemos terminar o si lo dejamos para otro día’.
Así que entramos a la malla, pero al cuarto de hora, empezó a decir que no podía seguir, se marchó y cuando pasaron unos minutos salí a buscarle y le pregunté cómo estaba: ‘Estoy muy cansado. Necesito descansar porque no puedo aguantar más el trabajo. Déjame un ‘ratico’ para coger fuerzas’.
Por desgracia, este agricultor marroquí, de 42 años, no se recuperó: su organismo entró en barrena. «Fui a cerrar un almacén donde teníamos agua fría para llevársela a El Habib y cuando regresé me lo encontré amarillento«, tal y como prosigue relatando Abdlekrim a EL ESPAÑOL. Entretanto, toma aire y confiesa que sintió «miedo» porque en solo unos minutos, «a las cuatro de la tarde, El Habib se puso amarillo, y estaba tirado en el suelo». Este jornalero apunta que vio una casa, «a unos diez metros» de la malla con las tomateras, y se dirigió con su compañero de tajo hacia ese inmueble porque «tenía una buena sombra» para cobijarse.
El propietario de la casa se ocupó de llamar al Centro de Coordinación de Emergencias, para solicitar una ambulancia, ante el mal aspecto que presentaba El Habib: un marroquí que cruzó el Mediterráneo en patera, para labrarse un porvenir en España, y que desde que se instaló en Mazarrón, en el año 2005, no había hecho otra cosa que trabajar en el sector agrícola como una bestia, para sacar adelante a la familia numerosa que fundó junto a su esposa, Fátima.
– ¿Qué hicieron después de telefonear al 112?
– Abdlekrim: Le pusimos a la sombra, le quitamos la ropa y los zapatos. Le dije al vecino que, por favor, llamase a la ambulancia porque yo no conocía bien la zona para darles una explicación de dónde estábamos. La ambulancia tardó mucho, casi 40 o 45 minutos.
– ¿Qué le decía El Habib a usted mientras llegaba la ambulancia?
– Abdlekrim: Estaba hablando flojito y yo no escuchaba bien algunas palabras. Decía que estaba muy cansado, pero no le entendía bien.
El personal de la Unidad Medicalizada de Emergencias (UME) que se desplazó hasta el Camino de la Cañada Honda en La Majada, se ocupó de estabilizar a El Habib y trasladarlo de urgencia al Hospital Santa Lucía de Cartagena. Este agricultor marroquí cubrió el trayecto de 58 kilómetros que le separaba del centro hospitalario, según fuentes sanitarias, afectado por «una patología relacionada con el calor». La sintomatología que presentaba era muy preocupante: «Se encontraba poco reactivo a los estímulos, estaba obnubilado, con los ojos entreabiertos…».
El Habib murió finalmente en la UCI del Santa Lucía. Abdlekrim lamenta, totalmente desolado, que la muerte de su compañero de tajo se produjo por terminar de recoger «sesenta metros» de tomateras: «Nuestra jornada era de 8 a 13 horas, nunca trabajamos por la tarde, este martes fue el único día que trabajamos por la tarde para terminar una hilera que nos faltaba por recoger. Tan solo entramos en la malla para probar si el tiempo estaba bien o mal, pero a los quince minutos él me dijo: ‘No puedo seguir más, me voy a salir'». El calor estaba matando a El Habib.
– ¿Estaban recogiendo esos tomates para algún empresario?
– Abdlekrim: No, los dos somos autónomos. Yo solo conocía de vista a El Habib, de saludarle por el pueblo, pero un amigo me dijo que él necesitaba un jornalero y como yo estaba sin trabajo le dije que sí. Solo llevábamos dos días trabajando en La Majada: el primero fue el lunes y el martes pasó esto.
La Guardia Civil ha citado a Abdlekrim este viernes para tomarle declaración, con el objetivo de aclarar las circunstancias laborales que han rodeado la muerte de este jornalero que ha consternado al mundo de la agricultura y que ha vuelto a poner en la diana las consecuencias del cambio climático que sufren los trabajadores de este sector cada verano: afrontar jornadas laborales con temperaturas extremas.
El Instituto Armado quiere corroborar el atestado de los agentes de la Policía Local de Mazarrón que se desplazaron a la finca de La Majada y donde se expone, según fuentes de la investigación, que el compañero de El Habib les manifestó que la víctima mortal alquiló los terrenos, para recolectar los tomates y luego venderlos. Además, les aseguró que estaban trabajando solos, no había una cuadrilla de jornaleros, y ambos estaban dados de alta en la Seguridad Social como autónomos.
Sabah Yacoubi, presidenta de la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en la Región de Murcia, indica que la información de la que dispone ATIM «corrobora» que en la muerte de este agricultor «no se ha producido ninguna situación irregular» porque «estaba dado de alta». Yacoubi detalla que el fallecido es un productor agrícola: «Parece ser que tenía tierras de su propiedad en Mazarrón donde cultivaba menta, cilantro y habas que vende a comercios de compatriotas».
La familia de El Habib se ha enterado de su muerte cuando estaba disfrutando del verano en su país de origen. «Su esposa y sus tres hijos estaban de vacaciones en Marruecos desde el 4 de julio«, tal y como confirma Said, hermano del fallecido. «Mis padres están fatal: era el mayor de sus cinco hijos. Era una persona muy amable, tranquila y trabajadora».
– ¿Cómo se enteró de la muerte de su hermano?
– Said: Me llamó un amigo suyo el martes. Me dijo que mi hermano se había mareado trabajando. Dicen que ha muerto de un golpe de calor, pero todavía no ha salido el resultado de la autopsia. Mi hermano siempre estaba trabajando en el campo. Ha trabajado como jornalero para empresas y también alquilaba fincas para explotarlas y vender lo que producía. Su mujer y sus hijos se fueron de vacaciones, pero él se había quedado en Mazarrón porque tenía trabajo pendiente.
El fallecido, de solo 42 años, y padre de tres hijos, afrontó una jornada de trabajo con una sensación térmica de 43 grados centígrados.
Una finca con tomates, cultivados bajo malla, se convirtió este martes en una sauna mortal para un agricultor natural de Marruecos. La muerte de El Habib Motahir es la primera en la Región de Murcia que la Guardia Civil investiga este verano como un golpe de calor ocurrido durante la jornada laboral. «Me dijo que no aguantaba más», según relata Abdlekrim a EL ESPAÑOL, sin poder quitarse de la cabeza las últimas palabras que pronunció su compañero de tajo, minutos antes de «ponerse amarillo» y de ser evacuado en ambulancia al Hospital Santa Lucía de Cartagena.
«No creí que El Habib fuese a morir«, tal y como admite Abdlekrim, incapaz de digerir la muerte de su compatriota, con solo 42 años, dejando desolados a su esposa y a sus tres hijos: un niño, de 14 años, una niña, con 8 añitos, y un bebé de dieciocho meses. «Esto no es fácil». La muerte de este agricultor se produjo este martes, justo cuando la ola de calor del anticiclón ‘Caronte‘ hizo hervir los termómetros de la Región de Murcia, provocando que la Agencia Estatal de Meteorología emitiese dos avisos por altas temperaturas: uno de color naranja y otro amarillo.
«Estábamos los dos solos, recogiendo tomates de la variedad alejandría, en una finca en La Majada«, según precisa el jornalero. En concreto, se encontraban en unos terrenos que se ubican en el Camino de la Cañada Honda, pertenecientes a la citada pedanía de Mazarrón, y que aquel martes 18 de julio también estaba afectada por la alerta amarilla de calor.
De hecho, un portavoz de la Aemet explica a este diario que en esa zona se registraron temperaturas máximas de 36,4 grados centígrados y una humedad del 52%: «La humedad relativa es una variable decisiva para determinar la sensación térmica corporal, de modo que a mayor humedad, menor capacidad de refrigeración tiene el cuerpo humano».
Tales datos de temperatura y de humedad aplicados a la tabla de valores Heat Index que utiliza la Agencia Estatal de Meteorología, revelan que El Habib y su compañero, Abdlekrim, llegaron a recolectar tomates con picos de 43 grados centígrados tanto en la sensación térmica corporal como en la temperatura del aire: «Esa temperatura equivale al color naranja de la tabla Heat Index que establece peligro por insolación, golpes de calor o calambres por exposición prolongada a la actividad física».
Abdlekrim asegura que ese martes se tomaron con tranquilidad la jornada, a la vista de las temperaturas extremas del anticiclón ‘Caronte’ y de que la recolección debían realizarla bajo malla: una estructura distinta a un invernadero porque no tiene techo de plástico. «Cada veinte minutos salíamos fuera de la malla a tomar agua y a descansar y volvíamos a recoger tomates. Estábamos trabajando con normalidad».
Aquel tórrido 18 de julio, según este jornalero, era el segundo día que acudían a la finca de La Majada que su compatriota arrendó a su propietario, para obtener beneficios comercializando la producción. «Los terrenos eran de un español y los tomates eran para El Habib».
– ¿Cuándo se empezó a sentir indispuesto El Habib?
– Abdlekrim: Empezamos a trabajar a las ocho de la mañana, pero a las doce y media del mediodía me dijo: ‘No puedo aguantar más, nos vamos a descansar y lo dejamos hasta la tarde para ver si mejora el tiempo, para ver si refresca, porque nos queda un poco de trabajo’. Entonces, nos salimos fuera, hablamos un rato y nos comimos un bocadillo en la sombra.
– ¿Qué ocurrió después?
– Abdlekrim: Estuvimos descansando debajo de la sombra de unos árboles, desde las doce y media hasta las cuatro y media de la tarde. A esa hora, nos levantamos y El Habib me dijo: ‘Vamos a entrar para ver cómo está la cosa, si podemos terminar o si lo dejamos para otro día’.
Así que entramos a la malla, pero al cuarto de hora, empezó a decir que no podía seguir, se marchó y cuando pasaron unos minutos salí a buscarle y le pregunté cómo estaba: ‘Estoy muy cansado. Necesito descansar porque no puedo aguantar más el trabajo. Déjame un ‘ratico’ para coger fuerzas’.
Por desgracia, este agricultor marroquí, de 42 años, no se recuperó: su organismo entró en barrena. «Fui a cerrar un almacén donde teníamos agua fría para llevársela a El Habib y cuando regresé me lo encontré amarillento«, tal y como prosigue relatando Abdlekrim a EL ESPAÑOL. Entretanto, toma aire y confiesa que sintió «miedo» porque en solo unos minutos, «a las cuatro de la tarde, El Habib se puso amarillo, y estaba tirado en el suelo». Este jornalero apunta que vio una casa, «a unos diez metros» de la malla con las tomateras, y se dirigió con su compañero de tajo hacia ese inmueble porque «tenía una buena sombra» para cobijarse.
El propietario de la casa se ocupó de llamar al Centro de Coordinación de Emergencias, para solicitar una ambulancia, ante el mal aspecto que presentaba El Habib: un marroquí que cruzó el Mediterráneo en patera, para labrarse un porvenir en España, y que desde que se instaló en Mazarrón, en el año 2005, no había hecho otra cosa que trabajar en el sector agrícola como una bestia, para sacar adelante a la familia numerosa que fundó junto a su esposa, Fátima.
– ¿Qué hicieron después de telefonear al 112?
– Abdlekrim: Le pusimos a la sombra, le quitamos la ropa y los zapatos. Le dije al vecino que, por favor, llamase a la ambulancia porque yo no conocía bien la zona para darles una explicación de dónde estábamos. La ambulancia tardó mucho, casi 40 o 45 minutos.
– ¿Qué le decía El Habib a usted mientras llegaba la ambulancia?
– Abdlekrim: Estaba hablando flojito y yo no escuchaba bien algunas palabras. Decía que estaba muy cansado, pero no le entendía bien.
El personal de la Unidad Medicalizada de Emergencias (UME) que se desplazó hasta el Camino de la Cañada Honda en La Majada, se ocupó de estabilizar a El Habib y trasladarlo de urgencia al Hospital Santa Lucía de Cartagena. Este agricultor marroquí cubrió el trayecto de 58 kilómetros que le separaba del centro hospitalario, según fuentes sanitarias, afectado por «una patología relacionada con el calor». La sintomatología que presentaba era muy preocupante: «Se encontraba poco reactivo a los estímulos, estaba obnubilado, con los ojos entreabiertos…».
El Habib murió finalmente en la UCI del Santa Lucía. Abdlekrim lamenta, totalmente desolado, que la muerte de su compañero de tajo se produjo por terminar de recoger «sesenta metros» de tomateras: «Nuestra jornada era de 8 a 13 horas, nunca trabajamos por la tarde, este martes fue el único día que trabajamos por la tarde para terminar una hilera que nos faltaba por recoger. Tan solo entramos en la malla para probar si el tiempo estaba bien o mal, pero a los quince minutos él me dijo: ‘No puedo seguir más, me voy a salir'». El calor estaba matando a El Habib.
– ¿Estaban recogiendo esos tomates para algún empresario?
– Abdlekrim: No, los dos somos autónomos. Yo solo conocía de vista a El Habib, de saludarle por el pueblo, pero un amigo me dijo que él necesitaba un jornalero y como yo estaba sin trabajo le dije que sí. Solo llevábamos dos días trabajando en La Majada: el primero fue el lunes y el martes pasó esto.
La Guardia Civil ha citado a Abdlekrim este viernes para tomarle declaración, con el objetivo de aclarar las circunstancias laborales que han rodeado la muerte de este jornalero que ha consternado al mundo de la agricultura y que ha vuelto a poner en la diana las consecuencias del cambio climático que sufren los trabajadores de este sector cada verano: afrontar jornadas laborales con temperaturas extremas.
El Instituto Armado quiere corroborar el atestado de los agentes de la Policía Local de Mazarrón que se desplazaron a la finca de La Majada y donde se expone, según fuentes de la investigación, que el compañero de El Habib les manifestó que la víctima mortal alquiló los terrenos, para recolectar los tomates y luego venderlos. Además, les aseguró que estaban trabajando solos, no había una cuadrilla de jornaleros, y ambos estaban dados de alta en la Seguridad Social como autónomos.
Sabah Yacoubi, presidenta de la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en la Región de Murcia, indica que la información de la que dispone ATIM «corrobora» que en la muerte de este agricultor «no se ha producido ninguna situación irregular» porque «estaba dado de alta». Yacoubi detalla que el fallecido es un productor agrícola: «Parece ser que tenía tierras de su propiedad en Mazarrón donde cultivaba menta, cilantro y habas que vende a comercios de compatriotas».
La familia de El Habib se ha enterado de su muerte cuando estaba disfrutando del verano en su país de origen. «Su esposa y sus tres hijos estaban de vacaciones en Marruecos desde el 4 de julio«, tal y como confirma Said, hermano del fallecido. «Mis padres están fatal: era el mayor de sus cinco hijos. Era una persona muy amable, tranquila y trabajadora».
– ¿Cómo se enteró de la muerte de su hermano?
– Said: Me llamó un amigo suyo el martes. Me dijo que mi hermano se había mareado trabajando. Dicen que ha muerto de un golpe de calor, pero todavía no ha salido el resultado de la autopsia. Mi hermano siempre estaba trabajando en el campo. Ha trabajado como jornalero para empresas y también alquilaba fincas para explotarlas y vender lo que producía. Su mujer y sus hijos se fueron de vacaciones, pero él se había quedado en Mazarrón porque tenía trabajo pendiente.