Vulgar, vulgaridad, vulgarismo

Vulgar, vulgaridad, vulgarismo

Esta palabra, «vulgar», a la que se han añadido dos derivados, originó un episodio triste y lamentable en el pleno municipal ordinario del Ayuntamiento de Mazarrón, el pasado martes 25 de octubre

Triste y lamentable porque abocó a que dos de los tres grupos de la Oposición abandonasen la sala de plenos, al haberse negado el alcalde a retirarla, por entender que no constituía insulto alguno. Tanto la protagonista destinataria de la misma -la portavoz de C’s-, como la portavoz del PP, entendieron que sí lo era, y, por tanto, advirtieron que, si  no era retirada, ellas y sus grupos abandonarían el pleno como señal de protesta, como así fue finalmente, dado que el señor alcalde no la retiró.

Por el respeto que a todos deben merecernos las instituciones, sobre todo si formamos parte directa y representativa de las mismas,  y por el respeto debido al derecho de protestar y de proceder en consecuencia, cuando se considera que la propia dignidad ha sido ofendida, voy a tratar de analizar, desde el pensamiento y el raciocinio, no desde el sentimiento y la emoción, los posibles significados que la palabra en cuestión puede tener.

1.- Ser una persona vulgar es ser alguien que carece de educación, que es mediocre, que no sabe comportarse en público, que carece de buenos modales. No es lo mismo, pues, ser vulgar en todo momento que comportarse, hablar o actuar de forma vulgar en un momento determinado, ante una situación determinada. Una persona culta puede caer en situaciones vulgares; una persona vulgar jamás puede «caer» en situaciones cultas.

2.- El uso del lenguaje vulgar se caracteriza por el lenguaje coloquial, es el lenguaje hablado por la gente común, es decir, no es un lenguaje científico o poético. No obstante, en ocasiones, se vincula al lenguaje vulgar con los insultos. Sin embargo, insultar es » dirigir a alguien o contra alguien palabras, expresiones o gestos ofensivos»; «constituir [una cosa] una grave ofensa para alguien». Y no todos los vulgarismos son «insultos» Sin embargo, hay palabras absolutamente cultas, que no tienen nada de vulgares, y que son o pueden ser insultos: Estafermo (persona que está parada y como embobada y sin acción); zurumbático (lelo, pasmado, aturdido); badulaque (persona necia, inconsistente); suripanta (mujer ruin, moralmente despreciable); coprófago (que ingiere excrementos); etc. ¡Es tan rico nuestro idioma! 

3.- En la Antigüedad se hablaba de «artes vulgares»: aquellas que eran laboradas por procedimientos o técnicas manuales. Eran vulgares, no «insultantes».

4.- Por lo expuesto, decir que alguien es vulgar, o se comporta de tal forma, o procede en un determinado momento de tal forma, o se expresa en determinado momento de tal forma, en modo alguno es un insulto. De hecho la palabra «prosaico» (es usted, ha sido usted, ha hablado usted, se ha comportado usted…, de forma «prosaica»), es decirle que lo ha hecho de forma vulgar, coloquial. Y eso no es ningún insulto. Podrá ser afortunado o desafortunado, en función de su correspondencia o no con la verdad objetiva, pero de ninguna manera un insulto.

5.- El DRAE (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua), es muy claro al respecto, dadas las acepciones que acuña:
 * Que es de lo que más abunda, que no tiene ningún rasgo o característica original o especial: «un hombre vulgar, del montón»
 * Que es o se considera poco refinado, de poca educación o de mal gusto: «escupir es un hábito muy vulgar»
 *Lenguaje que utilizan las personas corrientes y que se contrapone al que utilizan los especialistas: «sobaco» es la denominación vulgar de «axila» 
 * Se utiliza para indicar que algo o alguien no es más que lo que se expresa aunque pueda parecer otra cosa: «Una vulgar imitación».

6.- De hecho, sus derivados tampoco son constitutivos de insulto: 
 A) Vulgaridad: «Acción o expresión que carece de novedad, originalidad o importancia»: «Lo que usted ha dicho es una vulgaridad». Eso no es un insulto.
 B) Vulgarismo: «Palabra, expresión o giro que no se consideran correctos en una lengua porque vulneran la norma establecida». P. e., «cacagüete» (en vez de cacahuete); «medecina» (en vez de medicina); ¿»Ónde está»? (en lugar de ¿Dónde está?); etc. De ninguna manera pueden ser considerados «insultos».

Podría ser más extensa la explicación, pero parece suficiente con lo expuesto. Así pues, no olvidemos que las palabras dicen lo que dicen, no siempre lo que nosotros entendemos que dicen o queremos que digan. Tampoco olvidemos que, según en el momento, en el lugar y/o en la compañía de quien estemos, será plausible o no, usar un lenguaje y unas formas «vulgares», o «cultas», «científicas» y «técnicas».

Carlos Corvalán Roldán.

Concejal de VOX en el M. I. Ayuntamiento de Mazarrón